El Reino Unido NO recomienda la vacuna COVID en embarazadas


Escribe: David Rey

No lo dijo un “conspiranoico” sino el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. En rigor, en la página web del gobierno –GOV.UK-, se puede leer una larga documentación de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios titulado “Resumen del informe de evaluación pública de la vacuna contra el COVID-19 Pfizer/BioNTech”. La nota tiene fecha del 16 de agosto de 2022 y, tras una densa argumentación, concluye que no solo que no deben inocularse las mujeres que cursen embarazos sino tampoco aquellas que estén en período de lactancia.

El documento “explica cómo este producto fue evaluado y autorizado bajo la Regulación 174 del Reglamento de Medicina Humana, así como sus condiciones de uso” y, seguidamente, resume que “cuando a una persona se le administra BNT162b2 -tal como da en llamar al inyectable-, hace que el cuerpo produzca anticuerpos de forma natural y estimula las células inmunitarias para protegerse contra el COVID-19”. Sin embargo, después de dos años de inoculación compulsiva e indiscriminada, y de haber pretendido dejar sin trabajo a más de 80 mil trabajadores de la salud que no se vacunaron, llama la atención la clarísima observación que el documento realiza de inmediato: “Esta vacuna solo se puede obtener con receta médica”, a lo que añade que “si una persona tiene alguna pregunta sobre la vacuna, debe preguntarle al médico que la administró”.

Experimentación

A lo largo de todo el escrito, es incontable la cantidad de veces que se detalla que tanto las bondades como los efectos dañinos de la vacuna están en etapa “de observación”, es decir, experimentación con seres humanos. De hecho, se menciona que “se ha estudiado en aproximadamente 43 mil personas de 16 años de edad y mayores que se asignaron por igual a la vacuna o al placebo. Aquellos que recibieron la vacuna con BNT162b2 tuvieron una reducción en la tasa de enfermedad por COVID-19 en comparación con los que recibieron placebo (8 casos de enfermedad por COVID-19 en el grupo vacunado en comparación con 162 casos en el grupo de placebo)”.

Respecto de los efectos adversos “más frecuentes”, detalla que los mismos afectan a una de cada diez personas, aunque se basa en cuestiones menores como cansancio o escalofríos al tiempo que otros estudios más pormenorizados hablan de efectos graves que van desde afecciones al corazón, trombosis a doquier y la muerte misma. Incluso los prospectos de las inyecciones advierten de más efectos secundarios que los enunciados por el gobierno del Reino Unido.

Por otra parte, no deja de ser notable que el mismo gobierno inglés mencione la expresión “placebo” en su documentación, la cual remite de modo inexorable a la suministración de un fármaco que naturalmente habría de requerir de dos cosas: primero, la existencia indiscutible de una enfermedad a tratar y, segundo, del consentimiento del paciente afectado por dicha afección. Claro que el gobierno remite a un estudio realizado en 43 mil personas que firmaron estar de acuerdo con el suministro del experimento, pero… ¿y qué hay del resto de las personas que fueron inoculadas antes y durante el estudio? ¿Firmaron también?

Sin margen de dudas

Ya, al final del extenso artículo y tras todo un desarrollo tendiente a aprobar la calidad y eficacia del producto, nos encontramos, sin embargo, con lo siguiente: “La ausencia de datos de toxicidad reproductiva es un reflejo de la velocidad de desarrollo para identificar y seleccionar primero el ARNm de COVID-19 de la Vacuna BNT162b2 para pruebas clínicas y su rápido desarrollo para satisfacer la necesidad de salud urgente en curso. En principio, se podría tomar una decisión sobre la autorización de una vacuna en estas circunstancias sin datos de estudios de toxicidad reproductiva en animales, pero hay estudios en curso y se proporcionarán cuando estén disponibles. En el contexto del suministro en virtud del Reglamento 174, se considera que en este momento no se puede garantizar suficientemente el uso seguro de la vacuna en mujeres embarazadas: sin embargo, se podría respaldar el uso en mujeres en edad fértil siempre que se recomiende a los profesionales de la salud que decidan descartar un embarazo conocido o sospechado antes de la vacunación. Las mujeres que están amamantando tampoco deben vacunarse”.

No aclares que oscurece

Tras la rápida viralización de la noticia de que el gobierno del Reino Unido desaconsejaba la inoculación en mujeres embarazadas, el mismo sitio web del gobierno sacó otro artículo -fechado el 2 de septiembre- para, sorprendentemente, decir lo contrario a lo que aún puede leerse que dijo, aunque ya con una semántica menos rigurosa y remitiéndose al criterio del Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización (JCVI). El artículo se titula “Vacunación COVID-19: una guía sobre el embarazo y la lactancia”.

En resumen, dice que las mujeres embarazadas son más vulnerables a contraer la enfermedad y que por ello se recomienda “enfáticamente” vacunarse contra la misma, y señala que “hay información tranquilizadora sobre la seguridad de las vacunas COVID-19 administradas a mujeres embarazadas en el Reino Unido, así como en otros países”. La nota -breve, en este caso- insta a que las embarazadas se inoculen no una sino dos veces, y con la misma marca de vacuna… EXCEPTO QUE HAYAN EXPERIMENTADO EFECTOS ADVERSOS GRAVES con la primera inyección. Como vemos, muy “tranquilizador”.

Quizá esta noticia remita a un estudio realizado por el Hospital Universitario de Southampton (NHS) a comienzos de agosto de 2022 en el que busca a “mujeres embarazadas de bajo riesgo de 18 a 45 años que estén embarazadas de un solo bebé y que tengan entre 13 y 36 semanas de gestación” y en el que afirma que «este estudio nos dará información importante sobre el espaciamiento de las vacunas en el embarazo y si la mitad de la dosis de refuerzo es tan buena como la dosis completa de refuerzo».

El caso es que, lejos de desdecirse, el gobierno del Reino Unido no hace más que reforzar la idea de que se sigue estudiando si la inoculación indiscriminada en embarazadas es conveniente o no, y de que lo mismo, empero, es inobjetablemente responsable de efectos secundarios bastante más preocupantes que un escalofrío o una jaqueca (para la cual, dado el caso, una embarazada no podría ni siquiera tomar un inocuo ibuprofeno, la misma mujer a la que le quieren inyectar una medicación en desarrollo y que le puede acarrear una de las llamadas enfermades autoinmunes, tanto a ella como al bebé).

Las anteriores vueltas del Reino Unido

El 31 de enero de 2022 el Ministerio de Salud del Reino Unido anunció que ya no se exigiría la vacuna contra el COVID-19 como condición para el empleo de trabajadores del Sistema de Salud Nacional (NHS). La decisión se tomó tres días antes de la fecha límite del 3 de febrero que obligaba al personal de salud que está en contacto directo con pacientes a aplicarse la vacuna o, de lo contrario, serían despedidos. Hasta el 16 de enero, 80.092 empleados del sistema de salud (5,4% del total) no se habían aplicado la vacuna (de los 127 mil no inoculados antes del ucase de octubre de 2021). La revocación entró en vigencia el 15 de marzo de 2022 (Fuente).

Sajid Javid, Secretario de Salud del Reino Unido, anunció en el Parlamento la revocación de la obligatoriedad de la vacuna covid-19 para el personal de salud.

Previamente, se realizó una consulta pública con respecto a la intención de revocar el requerimiento impuesto por la Ley de Salud Pública, cuyo resultado arrojó nada menos que un 90% de apoyo del personal de salud y público en general a la revocación de la medida, algo que tornó inaplicable el despido masivo de los 80 mil médicos no inoculados pero que, lamentablemente, no alcanza para subsanar la herida generada en los miles que fueron atosigados («No jab, no job» [sin vacuna no hay trabajo]) con la inyección y que, por tanto, decidieron buscarse otro trabajo antes de que el gobierno revirtiera la medida, más allá de todo intento actual del Reino Unido por recuperarlos ante el faltante de 50 mil profesionales en distintas áreas de salud.

«Del aplauso al despido. 25 años en el servicio de salud, 12 años de enfermera. No a la obligatoriedad de las vacunas» (Fuente).

Conclusión

Como puede apreciarse, Inglaterra nos regala un ejemplo de decencia institucional al consultar a su población como al retractarse respecto de la decisión de llevar a cabo medidas absolutamente inhumanas. Hay que ponderar esto, por favor. Pero también nos evidencia cuán atado de manos está nada menos que el gobierno más poderoso del mundo en lo que respecta a su propia sumisión en torno a un poder aún mayor, el que los insta a vacunar… porque sí. Por lo visto, la “vacuna” aún está en plena experimentación… Un día dicen una cosa, otro día dicen otra. Hasta los propios médicos no están seguros de la vacuna. No hace falta repensar demasiado si las mujeres embarazadas (y la gente en general) debe inocularse o no.

Nota Original