La hilacha que mostraron Los Carabajal

Como es de público conocimiento, la vicepresidente Victoria Villarruel asistió al festival de Jesús María en el momento en que estaban cantando Los Carabajal, entre los cuales se hallaba “Peteco” Carabajal. Lo cierto es que, si Victoria quería pasar más o menos desapercibida para disfrutar del espectáculo, el mismo “Peteco” se encargó no sólo de que esto no fuera así sino, además, de garantizarle un nivel de exposición superlativo. “¡No se paren que no ha llegado nadie!”, espetó tres veces el pobre guarango cantor.

La gravedad de esta guarangada se explica en la visible señal de desprecio que encierra (más aún viniendo de un “artista” supuestamente popular), un desprecio que transporta una sutil invitación al odio, al odio “autorizado”, es decir, el odio “justificado” o que se pretende como correcto (está bien odiar a Victoria, faltarle el respeto), todo lo cual, en definitiva, autoriza todo lo que pueda hacerse en función del mismo. La historia ya nos ha enseñado infinidad de veces que todos los desmanes que tuvieron lugar comenzaron así, postulando mediante el desprecio que esa persona a la que atacamos se merece el mismo. De ahí que, por ejemplo, las organizaciones terroristas de los años setenta no hayan tenido ningún remordimiento al momento de llevar a cabo sus repugnantes acciones, ya que estaban convencidos de que las víctimas se lo merecían.

Claro que es de público conocimiento la adhesión ideológica de “Peteco” no sólo para con los bandoleros armados de marras (a quienes, incluso, les ha compuesto canciones) sino, también, lo “cómodo” que supo sentirse durante los años de kirchnerismo, donde no poco se le reprocha los beneficios económicos que habría percibido a expensas del erario público. Aunque de ningún modo queda justificada la guarangada en cuestión -y aquí advertimos respecto de la gravedad de la misma-, es absolutamente entendible el bochorno interior que ha sentido “Peteco” ante la persona que hoy mejor representa a las víctimas del terrorismo en Argentina, es decir, las víctimas de esos asesinos seriales a los que el popular cantor admira e idolatra.

Pero Dios ciega a quienes quieren perder y, evidentemente, la sociedad argentina aún posee el suficiente nivel cultural y educativo como para no dejar pasar desapercibido este insulto desproporcionado, a tal punto que la cosa subió de temperatura y se convirtió en noticia nacional. Y acá viene lo más lindo: “Peteco” Carabajal, autoproclamado embajador o dueño de la cultura, reculando por los canales de televisión como pocas veces se ha visto a un cobarde hacerlo. En un vergonzoso intento por justificarse (justamente, “justificar” el odio, autorizarlo), el hombre mencionó a un periodista que la llegada de la vicepresidente había “interrumpido” el espectáculo (cuando, a todas luces, el que lo interrumpió fue él tras proclamar tres veces el mencionado insulto).

Cuando, no obstante, el periodista recordó su simpatía por Cristina Kirchner, el bueno de “Peteco” montó en cólera y comenzó con los insultos. “Pedazo de gil” y “quién sos, quién te conoce” fueron parte del desolador espectáculo que el reputado cancionero nos regaló gratis, y en vivo y en directo. Días atrás, en otro vergonzante episodio, el referente del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, también se despachó así con un periodista, al que tras increpar lo llamó “gil de lechería”. Pedazo de gil y gil de lechería, así la “cultura” y el sindicalismo nos tiene catalogados a los giles que trabajamos, a los giles que, a diferencia de ellos, nos ganamos el dinero con trabajo y no con dádivas, a los giles que pagamos los impuestos para que ellos vivan como reyes, linda manera de representarnos, ¿no? Y sí, hay que ser giles para mantener a estos vagos.

¡No aclares!

El caso es que si esta muestra cabal de mediocridad no fuera suficiente, hoy nos desayunamos con que el grupo “Los Carabajal” emitió un comunicado “oficial” tras la polémica que suscitó el guarango de “Peteco”. “No aclares que oscurece” es una frase que le viene al dedillo a esta banda de cobardes con guitarrita que, en vez de tener la grandeza de espíritu, la masculinidad y la “consciencia social” de disculparse, como lo haría hasta el más bruto de los hombres en aras aunque sea de simular algo de caballerosidad… ¡resulta que le terminan echando la culpa a la propia Victoria Villarruel por el lío que ellos armaron!

El comunicado «oficial».

Según los «artistas» (y copio textual, con los lamentables errores y todo), «En momentos en que desarrollábamos nuestra actuación prevista, se produjo la llegada de la Vicepresidente, de lo cual no estábamos informados, ante eso, una de las 3 propuestas unificadas en el escenario manifestó su disconformismo por este hecho». Claro está que esta gente, antes de informarse respecto de lo que hace o no Victoria Villarruel… debieran estar informados más bien de cómo terminar, algún día, la escuela primaria. Por cierto, ¿quiénes se piensan que son estos holgazanes para tener que “estar informados” sobre lo que hace una de las máximas autoridades de nuestro país. Realmente, debería realizársele control antidoping a ciertos artistas… al menos para evitar que pasen estos papelones.

El “oficial” comunicado sigue: «Concientes de que se debió realizar de otro modo su arribo, teniendo en cuenta la investidura de quien ingresaba, y entendiendo al arte como una expresión de libertad» (sic). No… no se puede ser más brutos, ¡por Dios! Pero, ¿me parece a mí o eso que pusieron en su “comunicado” no tiene siquiera coherencia… ¿qué tiene que ver que entiendan al arte como una expresión de libertad con que Victoria tendría que haber llegado de otro modo? ¿Y qué argumento los hace “concientes” de que “se debió realizar de otro modo su arribo”? ¿Por qué? ¿O con “concientes” quisieron decir algo distinto a “conscientes”?

Por último, el esperpéntico escrito de “Los Carabajal”, tras culpar directa e indirectamente a la vicepresidente de la grosería que ellos mismos cometieron, y en una clara muestra de que siempre se puede ser un poco más bruto y cobarde todavía, se excusa con que «lo vertido en el escenario no representa el pensamiento promedio de este grupo». Pensamiento promedio, ni Borges ha logrado ser tan “fino” con el lenguaje. “No representa el pensamiento promedio”, a ver… mayoritario querrán decir, ¿no? ¿Pero promedio o mayoritario en qué proporción? Porque una cosa es que “Peteco” sea el único de esos holgazanes que insulte a Victoria, y otra cosa es que algún otro u otros de sus compañeros lo avalen, porque eso de “pensamiento promedio” claramente nos está diciendo que no solamente “Peteco” acuerda con la grosería llevada a cabo, ¿no? De otro modo hubieran escrito “no representa el pensamiento de este grupo” y listo, se acabó.

En fin, con pedir disculpas -aunque sean fingidas- “este grupo” no se embarraba más de lo que ya estaba. Pero el odio es así, te ciega. Y te hace hacer cosas que no haría ni un simio con los ojos tapados, y te lleva a buscar explicaciones insólitas, y a creer que tenés razón al mismo tiempo que exhibís la desesperante pobreza intelectual y educativa que te aqueja. El odio te hace sentir valiente cuando nos acabás de regalar el más caro ejemplo de cobardía que puede existir, el de insultar a una persona porque no piensa como vos y el de agredir -feliz de hacerlo- nada menos que a una mujer, a quien encima -al igual que hizo Alberto Fernández- querés culpar de lo poco hombre que sos.

Me solidarizo con las mujeres que tienen que soportar a estos violentos.

Nota Original