El cáncer no es hereditario

DAVIDREY.com.ar consultó a la Dra. Gabriela Zambrano respecto de un artículo que afirmaba que se podía detectar la enfermedad «genética» a través de una gota de saliva. Su respuesta no tardó en llegar.

Escribe: Gabriela Zambrano – Clínica Médica – Auditora Médica

Desde los inicios de la medicina alopática o tradicional se ha instaurado la idea, sin estudio serio alguno, de que podemos heredar tal o cual enfermedad, desde diabetes, hipertensión, problemas cardíacos, tiroideos, hasta cáncer, y es este último el que más aterra y al que más le prestamos atención a la hora de hacer chequeos.

De acuerdo a la información única que contiene nuestro ADN, es claro que compartimos secuencias, pedazos, con personas de nuestro entorno familiar. También se ha reconocido la existencia de “oncogenes”, pero, ¿podemos decir que heredaremos alguna patología? La verdad es que cada ser humano es diferente y nos desarrollamos de acuerdo a programas, los que aprendemos y hacemos nuestros desde que nacemos. La idea de que “papá tuvo cáncer de próstata”, nos hace pensar en eso el resto de la adultez y controlar ese órgano prestándole la mayor atención, no vaya a ser que “lo heredemos”. No es así. Solo si seguimos pensando y “programando” la idea de tenerlo va a ser posible que suceda, pues depositamos allí toda nuestra energía saludable, tras pensar el proceso como tal. Como este ejemplo, el desarrollo de la demás patologías.

Cuando en la nueva medicina hablamos de comer comida real, dejar los ultraprocesados, ejercitar y meditar, estamos cuidando todos los procesos orgánicos y programamos el cuerpo para tenerlo saludable. Contamos con un sistema inmune que, permanentemente, hace frente a las células defectuosas y las elimina, así como también elimina toxinas externas e internas. Cuando se descuida el sistema inmune, unas sustancias llamadas “radicales libres” se acumulan en el cuerpo, producen envejecimiento celular prematuro y disfunción de muchos mecanismos, entre estos, el de defensa, por lo cual, se genera un terreno propicio para desarrollar desde diabetes hasta cáncer.

Por esta razón, no cualquiera desarrolla cualquier enfermedad y cuando realizamos el interrogatorio o buscamos información en el ADN, encontramos patrones similares.

Está en cada persona desprogramarse y hacer de la salud un modo de vida, generar estrategias para estar saludable y asumirse como único. Porque, al final del cuento, algún integrante de la familia fue el primero en desarrollar esa enfermedad que luego llamamos “hereditaria” y ahí se cae la estantería…

Circula un artículo periodístico que dice que “se detecta cáncer a través de la saliva”. Gente… otra vez, ¡no! Y podrían hacerlo a través de sangre o cualquier otro tejido que contenga ADN. Lo que se detecta es una secuencia de genes que compartimos con familiares y responden a la capacidad celular de desarrollar tal o cual enfermedad, eso NO indica que la vayamos a padecer, está en nosotros abandonar esos programas y empezar a cuidarnos realmente.

¿Qué está ocurriendo, entonces?

El estilo de vida de estos últimos 10 años ha cambiado drásticamente, seguramente las personas tienen 2 trabajos, cuentas que pagar, falta de vivienda, estrés. Por lo que recurren a la comida rápida, esa chatarra envasada plagada de conservantes y químicos dispuestos a fabricar en forma desmedida esos radicales libres que enferman a nuestras células y deterioran el sistema inmune. También se suma la falta de tiempo para ejercitar o meditar, para reiniciar el sistema nervioso y conciliar el sueño reparador; sí, el sueño cura. Este conjunto de acciones lleva, irremediablemente, a padecer diabetes, hipertensión, obesidad, enfermedades autoinmunes y cáncer. A lo que se puede añadir el difícil acceso a la salud y el diagnóstico tardío de muchos casos que terminan con la muerte. Si bien el cáncer ha duplicado su tasa, también lo hicieron las enfermedades cardiovasculares, autoinmunes y metabólicas.

Luego de estas consideraciones, se podría decir que “el cáncer es una enfermedad que puede considerarse un fallo del sistema inmunitario…”, con la consiguiente respuesta inflamatoria sistémica; en contraposición con escuelas de Medicina cuyo pensamiento acusa a los genes de provocarlo, pudiendo erradicar la enfermedad transformándolo.

Desde la nueva medicina se sabe que podemos activar y desactivar esos genes con interruptores medioambientales: campos electromagnéticos, contaminación de microondas, calidad del aire, estrés, iluminación, alimentación, fatiga, insomnio, etc.

Si en cuanto a números nos referimos, las tasas de mortalidad por diferentes tipos de cáncer en Argentina, informadas por  Ministerio de Salud de la Nación a través del Instituto Nacional del Cáncer, muestran una descenso del 5% aproximadamente entre el 2004 y el 2019. No existe revisión alguna publicada oficialmente de estos últimos 3 años, por lo cual no es factible analizar el impacto de las medidas de aislamiento, las cuales implicaron estrés, mala alimentación, alteración del ciclo sueño-vigilia, sedentarismo y miedo, elementos más que suficientes para cantar “bingo, se ha desarrollado un cáncer”.

Concluyendo, hay que terminar con el mito de la herencia y comenzar por entender la teoría de Hierro del Dr. Hammer, de la NMG; pero ese es otro capítulo para empezar a cuestionar esta medicina actual, que tan poco sabe de salud y tanto sabe de cronicidad y dinero.

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