Libro PDF Bye Bye Covid Andreas Kalcker

El remedio al coronavirus que no quieren que sepas…

LA SOLUCIÓN A LA PLANDEMIA, EVIDENCIADA POR MÉDICOS VALIENTES Y AMIGOS DE LA
VERDAD CON ANDREAS KALCKER.


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Creer significa no saber. Este libro está dedicado a aquellos que buscan saber la verdad basada en hechos y evidencias de la sanación de la COVID – 19 y de otras enfermedades, siendo la creencia y la desinformación el origen de toda la tragedia que ha experimentado el planeta recientemente. Ésta es una liberación de información que permite salvar vidas y hacer algo específico para la humanidad, tornándose a su vez en un gran servicio para la salud en términos generales.

¿El Dióxido de Cloro como cura para la COVID?

En resumen, había incongruencias por todas partes y la gente se enfocó en las noticias que generaban miedo y terror en la población, las personas aceptaban la información de científicos y gobiernos que, a todas luces, tenían evidencias de inconsistentes o falsas, generando el desconcierto, la incertidumbre, acompañado de mucho sufrimiento en los seres humanos, y me dije: “Esto no puede seguir así,
nosotros tenemos que enfocarnos en aportar una solución”. Y, así, empecé a conversar con la gente para que se enfocara en la solución al problema y no en las noticias de pánico en sí. Para ello, ya sabíamos, por las observaciones de decenas de médicos, que el dióxido de cloro era eficaz en prevenir y curar el COVID – 19 y, para ayudar, me di cuenta de que el dióxido de cloro debía legalizarse de alguna manera; ya sabía lo de la declaración de Helsinki, la cual defendía el uso de sustancias o procedimientos, incluso no probados, en situaciones de vida o muerte, cuando no existen medicamentos o procedimientos de demostrada eficacia, pero no lo tenía tan estudiado como ahora.

Reflexión del autor:

Resulta impresionante ver cómo los médicos reportan unos éxitos, que ellos mismos no esperan, al usar, por primera vez, el dióxido de cloro; y tras los primeros meses de uso me hacen preguntas como: “Esta sustancia funciona muy bien, pero no comprendo cómo, teniendo pacientes con diabetes, éstos mejoran continuamente sus valores o, incluso, dejan de tener diabetes”; “Tengo a personas que tienen la presión alta –o baja– y se les regula”.

Es curioso ver cómo los médicos confirman lo que llevo experimentando durante estos 14 años de investigaciones, una y otra vez, lo que para mí ha sido muy grande y gratificante. Si mi persona es condenada por algunos medios de comunicación, repitiendo lo mismo hasta la saciedad, sin ningún conocimiento de química o ciencia y sólo citando referencias erróneas o antiguas sin haber investigado en absoluto, no tiene sentido discutir con ellos.

¿Cómo se puede criticar una sustancia para la que se ha tenido que investigar tanto y pasar por alto lo lógico de su eficacia y que no se pueda encontrar algo nuevo con referencias antiguas?

En este sentido, los médicos sí han quedado abrumados por la eficacia del [ClO2]; con el paso del tiempo, adquieren más seguridad a la hora de aplicar esta sustancia y ahora –casi un año más tarde– resulta muy grato ver lo que está ocurriendo y el entusiasmo de los médicos. Me he dado cuenta de que los médicos, cuando llevan 20, 30 ó 40 años de experiencia profesional, acaban cansados de su trabajo, pues han visto muchísimas enfermedades sin solución y, por tanto, pierden la ilusión y se frustran pensando que van a recetar los mismos medicamentos que, de todas formas, no funcionarán.

Ahora trato con médicos que tienen una edad como la mía, de 60 o más años, que están tan entusiasmados como los jóvenes cuando salen de la universidad y vuelven a disfrutar recuperando la ilusión por su profesión, utilizando el dióxido de cloro con una confianza tremenda, explorando todas sus posibilidades, incluyendo su extraordinaria efectividad contra el COVID – 19.

Por otra parte, puede resultar muy frustrante tener, por un lado, la solución a la pandemia cuando se ve que, por el otro lado, se han gastado enormes cantidades de dinero en promocionar las pseudo-vacunas experimentales, sin tener en cuenta sus efectos secundarios, y es obvio que hay una agenda oscura en esta plandemia, que será la que sea y que a estas alturas ya ni me importa.

Yo, lo que puedo hacer es aportar la solución que conozco, y cada persona tiene que decidir si quiere adoptarla o no. La decisión de obligar a inocularse una “vacuna” experimental me parece una salvajada, equiparable al holocausto y a los experimentos Nazi del doctor Mengele porque, en la actualidad, ya hay más de 50,000 muertos oficiales por estas “vacunas” cuando, por el otro lado, no hay ni un solo muerto por tomar dióxido de cloro.

Si hubiera sido al contrario, sin duda las noticias lo repetirían hasta la saciedad. La experimentación para la nueva “vacuna” se aprobó con 16 personas, mientras que nosotros hacemos un estudio con 40 personas –20 y 20– y no nos hacen ni caso, por lo que podemos ver, muy claramente, que aquí hay dos varas de medir bien distintas.

El futuro depende de personas que puedan tener la conciencia para introducir los cambios necesarios; cada uno, a nivel individual, tiene la posibilidad de salvar vidas e informarse adecuadamente y obrar en consecuencia, teniendo en cuenta que hay demasiadas vidas en juego.
Seguiremos salvando vidas, con amor: